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Techo

En el jardín hay media docena de pelotas de tenis, algunas conservan su color y su felpa, otras se confunden con las piedras al pie de los árboles. Los perros no hacen otra distinción que la novedad, si todas las pelotas son viejas todas son iguales, si una pelota es nueva -nueva para ellos, en el jardín- entonces las demás pelotas no existen. Las pelotas como piedras están cubiertas de tierra y baba y otras cosas que dan una sensación de suciedad al tocarlas. Además botan menos. Juego con los perros a rebotar las pelotas en las paredes y patearlas en diferentes direcciones a ras del suelo. No me aburre, excepto cuando unos de ellos -son dos- decide retenerla, entonces cambio de pelota, pero si el perro ha decidido retener una pelota hará lo posible por retenerlas todas. Eso entorpece el juego, es señal de que el juego está por terminar.

Ocasionalmente las pelotas se pierden, detrás del follaje de un árbol, adentro de una maceta, en el jardín de un vecino. Cuando se pierde una pelota durante un juego es imposible no notarlo, si lanzo una pelota contra la pared y la pelota cae lejos de mí, en un lugar inaccesible o lejano, me doy cuenta. Tarde o temprano, al menos, como una mañana en época de lluvia, después de tres semanas de lluvias de tres a cinco días a la semana, cuando bajé al cuarto de lavado, junto a la cocina, y el techo goteaba, o más bien chorreaba porque no eran gotas sino un hilo continuo de agua cayendo del techo, donde había una mancha ocre en el centro. El piso estaba cubierto por un charco de un centímetro de profundidad, la lavadora, la secadora, unos cojines de tela y un sinfín de chucherías guardadas en repisas y muebles, todo estaba empapado. Esa área de la casa es de una sola planta, de modo que me subí al techo para ver de dónde salía tanta agua si no estaba lloviendo ni había llovido la noche o tarde anteriores. Sin embargo, había llovido más de veinte veces en las últimas semanas y era suficiente para que el techo, con un pretil de treinta centímetros, fuese como un pequeño estanque. El agujero del desagüe estaba bloqueado por una pelota de tenis, una muy vieja y mordisqueada, de las que parecen piedras.

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